Es fundamental contar con un bufete de abogados que, además de una alta especialización en la materia que precisemos, esté altamente cualificado. El derecho es cambiante y un buen abogado es aquel que está continuamente en formación, un buen abogado es aquel que disfruta con su trabajo, conoce los tribunales y conoce muy a fondo la materia. Los abogados somos como los médicos: no puedes pretender que un cardiólogo te trate la piel, ni un dermatólogo te opere a corazón abierto. Con los abogados y abogadas ocurre lo mismo, es imposible que un abogado sepa de todo, es evidente que debemos estar especializados y dominar la materia a la que nos dedicamos. Caso contrario, se sabe de todo y, en definitiva, no se sabe de nada. Un buen abogado es aquel que ama su trabaja y cada día procura mejorar.