Pablo Romero es un granadino al que las incipientes canas van delatando sus 42 años. A la hora de hacer esta entrevista nos encontramos con alguien muy alejado de esa imagen fría y distante que se tiene de un abogado. Se trata de una persona sencilla y muy cercana, que disfruta por los cuatros costados con su trabajo. Hablamos de su pasión, que le lleva a vivir su profesión de un modo especial dejando de ser un simple profesional más para pasar a ser alguien que disfruta el ejercicio de la abogacía.
Tras licenciarse en Derecho en el año 2000, opositó a Juez y a los anteriormente denominados Secretarios Judiciales. Estuvo cerca de aprobar, pero finalmente decidió dedicarse a la abogacía. Pablo disfruta del trato con el público y de ayudar a resolver problemas, por lo que ahora comprende que no hubiera sido feliz como Juez. Junto a los años de experiencia como abogado, sus años de oposición le han otorgado una profunda formación jurídica y un conocimiento global de todas las materias que le permite siempre ir un paso por delante. Pero sin duda, la época de las oposiciones, más allá de las leyes, le enseñaron que todo lo que uno quiere supone un esfuerzo y sacrificio.
Aunque empezó centrando su actividad en el Derecho Penal y Civil, posteriormente también se especializó en Derecho Laboral, porque es el que más le gusta, y en el de Familia, ya que (dice con humor) que a su edad “los divorcios están a la orden del día”. Tras pasar por uno de los mejores despachos de Granada, decidió independizarse y tener su propio bufete, pasando a ser autónomo y decidir cómo hacer su trabajo. Aunque trabaja en solitario, se rodea de grandes profesionales, desde otros abogados hasta peritos, médicos, procuradores, etc., lo que le ayuda a multiplicar su valía profesional.
Pasión por tu trabajo, experiencia, y empatía. Ese es el equipamiento más importante. Lo demás es secundario. Por supuesto que necesitas tener una buena base de datos, códigos de todo tipo y una buena biblioteca. También una toga colgada en el perchero para “ponerte guapo” para los juicios.
Pero, si no disfrutas de cada lunes cuando enciendes el ordenador, será muy difícil aprender, mejorar y alcanzar una gran capacidad profesional. Y si no sabes ponerte en la piel de tu cliente, el servicio que prestes podrá ser bueno, pero no será especial.
Mis ganas de ayudar a la gente a resolver sus problemas. Me encanta el trato al público. Conmigo no dirás aquello de “mi abogado no coge el teléfono”, porque disfruto mucho explicando las cosas, apoyando a los clientes siempre que lo necesiten.
De hecho, una de mis pasiones frustradas es la docencia. Hasta el punto de que ahora mismo estoy preparando una charla para dar en los institutos respecto de los jóvenes y los riesgos de internet. Con estas cosas soy igualmente feliz o escribiendo en internet sobre cuestiones jurídicas en mi página www.miabogadodeconfianza.es.
Escribo estos artículos para que la gente pueda encontrar respuestas a sus dudas, o al menos se pueda orientar mínimamente. La verdad es que es muy gratificante ver cómo la gente te va leyendo y consultando.
Por ahora he escrito mucho sobre accidentes de tráfico, controles de alcoholemia y arrendamientos. Así que suelen preguntarme principalmente sobre estas cuestiones. No hay fin de semana que no me escriba alguien comentándome que lo han pillado bebido en el coche.
Luego también me consultan por temas penales, porque también he escrito muchas entradas sobre estas materias, ya que es una de mis especialidades.
Me quedan muchas cuestiones sobre las que escribir, pero es que hay que ir sacando hueco poco a poco. Y piensa que no es fácil, porque intento hacerlas siempre lo más claras y directas posibles, para que la gente entienda cómo resolver su problema.
Pero, como decía antes, para mí es muy gratificante poner mi granito de arena en la red.
Hay muchas. Cada caso es un mundo, pero todos tienen un denominador común: somos como los médicos, si alguien te pregunta es porque tiene un problema, y lo está pasando mal. Y algunas situaciones muy delicadas siempre te dejan huella.
Aunque sin duda, lo que más me marca es el sufrimiento de los padres con respecto a sus hijos. Hay historias muy duras y conmovedoras.
A través de mi página te puedes poner en contacto conmigo, o directamente por mail (pablo@miabogadodeconfianza.es) o por teléfono (649 169218) y plantearme tus dudas.
A veces se trata solo de eso, de una pequeña orientación. Otras veces el cliente sí requiere de una asistencia profesional más prolongada en el tiempo. Pero el primer paso siempre es el mismo: hablar. Que la gente me cuente su problema. Que descargue todos sus miedos y preocupaciones. Directamente ya se sentirán mejor. Y yo daré una primera orientación. Lo que se puede hacer y lo que no, sea justo o injusto. Nos guste escucharlo o no. Pero, como mínimo, el cliente se quedará más tranquilo. Ya sabrá cómo actuar. Y a partir de ahí, él o ella decidirá.
De hecho, yo soy de Granada y principalmente desarrollo mi actividad aquí. Pero a base de asesorar a gente de otras provincias (me escriben de toda España) muchas personas me han contratado pese a la distancia, llevando pleitos en Madrid, Valencia, Málaga etc etc.
La plena confianza entre el abogado y su defendido o representado legal es una de las claves de que el letrado pueda ejercer su trabajo con el mejor éxito posible, lo que redunda en el beneficio de ambas partes. Para forjar esta confianza, Pablo Romero despliega toda su capacidad de ponerse en el lugar de su cliente y apuesta por una dinámica de proximidad, claridad expositiva y empatía. Esta es la causa de que le contraten en toda España y de que su blog cada vez vaya teniendo más lecturas y consultas: un estilo de abogacía directo y cercano, basado en realidades y alejado de tecnicismos jurídicos.