Si bien en la actualidad resulta muy sencillo tomar fotos de una calidad aceptable con dispositivos móviles, cuando queremos recoger para la posteridad instantes y rostros especiales, un fotógrafo profesional sigue siendo la mejor opción. En el caso de fotografías de niños y bebés, saber cómo captar la magia de esos momentos de su vida es un arte muy especial.
Conversamos con Meritxell Camins Hernica, una barcelonesa de 32 años residente en Terrassa, Su pasión por la fotografía siempre estuvo presente en su vida, pero fue cuando nació su primera hija que comenzó a interesarse por el mundo de la fotografía infantil. Se formó ya de manera profesional, tomando distintos cursos de fotografía y edición de fotografía infantil.
Hoy gestiona su propio estudio, Ilusions Fotografía, que creo en 2017 y se ha especializado en sesiones para embarazadas, recién nacidos y niños. Un negocio en el que la formación específica en seguridad y posicionamiento de los bebés le otorga da un valor añadido a su trabajo como fotógrafa.
La naturalidad en la fotografía infantil lo es todo. Es la esencia de este tipo de fotografía, ya que una sesión de fotos infantil no se trata solo de captar la cara bonita del niño o niña, sino de generar un recuerdo real del carácter y personalidad del niño en cuestión. De que cuando pasen los años los papás, mamás, familiares o los propios niños puedan verse y decir: “así era yo” y no “ese era yo”.
Hay que tener en cuenta que hoy en día todo el mundo tiene un móvil con cámara, y de captar la cara bonita del niño se encargan los padres, por lo que todos los niños cuando sean mayores van a tener cientos de fotos de cuando eran pequeños y van a saber cómo eran, que rostro tenían. Es por eso que, nosotros los fotógrafos, debemos encargarnos de captar esa esencia que no se ve a simple vista, de sacar la personalidad de cada niño en las sesiones que realizamos y de captar en una imagen todo aquello que no se puede expresar con palabras.
Suelo usar cámara Canon con objetivo de 50mm. Siempre he usado esta marca, mi primera cámara fue una Canon y ya me acostumbré. Además es muy fácil encontrar complementos, recambios, etc.
Por lo general en las sesiones exteriores, al haber más distracciones y ser un espacio abierto, los niños son más naturales y actúan cómo les nace. A su alrededor hay un montón de estímulos que no los dejan indiferentes; flores, hojas, sonidos. La curiosidad por cada cosa que está a su alrededor es realmente grande, como niños que son, no van a dejar de lado la curiosidad ni las ganas de saltar, jugar, correr por el campo, etc.
Ellos son así y esa naturalidad que muestran es la que yo, como fotógrafa, debo captar, porque, como comentaba anteriormente, una sesión de fotos infantil va de eso, de elaborar una serie de recuerdos reales del carácter y personalidad de cada uno.
Generar un entorno relajado para que los niños muestren toda su espontaneidad, dejarles expresar sus sentimientos y emociones de manera fluida, es el secreto para plasmar en imágenes la verdadera esencia de la personalidad del niño. Un recuerdo que va más allá de recoger un rostro y que pasará a ser parte de su memoria como adulto.