Javier Sancho nació en Badalona, España, en 1977 y desde muy pronto se encaminó a la traducción profesional. Esto le llevó a licenciarse como Traductor e Intérprete por la Universidad Pompeu Fabra en 1999 y a obtener el nombramiento como traductor-intérprete jurado de inglés por el Ministerio de Asuntos Exteriores en el 2000. Para complementar su formación como traductor jurídico, se licenció en Derecho por la Universidad Oberta de Catalunya en el 2008 y obtuvo un Máster universitario en Abogacía por la misma entidad educativa en el 2018.
Javier Sancho es traductor autónomo desde hace veinte años, lo que supone que desempeña su actividad laboral de manera independiente aunque permanece en contacto con otros profesionales como él para la resolución recíproca de cuestiones puntuales (terminología, mercado, fiscalidad, tecnología, etc.). Asimismo, en ocasiones trabaja en equipo con otros compañeros o recomienda a algunos cuando los clientes le solicitan servicios que no puede cubrir. A menudo, varios traductores se integran de manera vertical en procesos de trabajo requeridos por los clientes, colaborando con coordinadores de proyectos, revisores y otros profesionales. Sancho, que es traductor desde hace veinte años, está especializado en la traducción jurídica (contratos, documentación procesal y todo tipo de textos civiles y mercantiles) del inglés al español. Antes de ser autónomo fue durante dos años traductor, revisor y coordinador de proyectos en uno de los principales grupos de empresas de traducción con sede en Barcelona. Esta experiencia le resultó de gran utilidad para comprender aún mejor el proceso de traducción y las relaciones con proveedores y clientes, el funcionamiento del mercado y la función de las herramientas informáticas, así como cuestiones diversas que hace dos décadas apenas eran tratadas en la universidad.
Es de justicia destacar la gran solidaridad que existe entre los compañeros de este sector. Cuando se tiene una duda o cualquier tipo de problema, siempre hay alguien dispuesto a dejar lo que esté haciendo y dedicarle unos minutos a quien plantea la duda. En este sentido, la labor realizada por las asociaciones de traductores, los foros especializados y, últimamente, incluso por las redes sociales son dignas de elogio. No es una cuestión secundaria. Estas redes de contactos personales entre traductores nos ofrecen una gran ventaja competitiva frente a otros operadores del mercado. Cuando un cliente contrata a un autónomo, no solo contrata la experiencia y la formación que tiene el traductor encargado del proyecto, sino que se beneficia de manera indirecta de los conocimientos de otros especialistas gracias a estas redes de contactos.
Esta es una profesión muy antigua que existe desde mucho antes que los ordenadores e Internet, pero a pesar de esta evidencia, hoy en día resulta difícil imaginar nuestro trabajo sin muchas de las herramientas tecnológicas disponibles. Estas resultan esenciales para nuestra labor de documentación, para la gestión de la terminología, el aumento de la productividad o el control de calidad. La utilidad de muchas de estas herramientas es indiscutible, si bien no todas se emplean en todas las especialidades de la traducción. A veces tampoco se usan de manera correcta, por lo que, en manos inexpertas o poco escrupulosas, pueden tener efectos negativos sobre la calidad del trabajo ofrecido.
Para ser traductor-intérprete jurado debe obtenerse el nombramiento que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. En la actualidad, esto implica superar un examen que convoca este ministerio. Para presentarse al examen, es necesario ser mayor de edad, tener la nacionalidad española (o de cualquier otro Estado miembro de la Unión Europea, del Espacio Económico Europeo o de Suiza) y poseer un título de grado, licenciatura o equivalente. A día de hoy no es especialmente sencillo obtener esta acreditación oficial ya que no se convocan todos los idiomas todos los años y suele haber pocos aprobados. En cuanto a sus funciones, los traductores-intérpretes jurados intervienen en determinados trámites o transacciones para otorgar validez a la traducción de un texto escrito o a la interpretación de un texto oral cuando así lo requiere el destinatario del documento o una disposición legal. Nuestra traducción tiene carácter oficial y, con nuestro sello y firma, certificamos la fidelidad y exactitud de nuestras actuaciones. Por regla general, se nos requiere para traducir documentos jurídicos, administrativos o económicos. Como consecuencia, la mayoría de traductores jurados estamos especializados en traducción jurídica o económica y estamos muy familiarizados con determinados tipos de textos (certificados de antecedentes penales, certificados civiles, documentos académicos, etc.). Eso no impide que pueda haber traductores jurados de otras especialidades, ya que se pueden jurar traducciones de cualquier campo (¡incluso artículos de investigación sobre matemáticas!). Tampoco debe confundirse al traductor-intérprete jurado con otras figuras próximas, como puede ser la del traductor jurídico —que no es necesariamente traductor jurado— o como la del intérprete judicial —la legislación no exige que sean traductores-intérpretes jurados—.
Como traductor jurado, la mayoría de documentos que traduzco son documentos jurídicos o académicos. En muchos casos, el organismo que requiere los documentos exige una traducción jurada. En otros, las partes prefieren tener esta garantía adicional de cualificación e imparcialidad.
Es frecuente asumir que algunos matices y significados pueden perderse al traducir textos de un idioma a otro. Pero en algunos textos de vital importancia como son los contratos o aquellos vinculados con el ámbito jurídico, esta pérdida de información es inasumible y puede acarrear graves perjuicios para las partes involucradas. Por eso es imprescindible recurrir a profesionales acreditados y con dilatada experiencia en la traducción jurídica y jurada como Javier Sancho. La fidelidad del sentido y el significado de los textos traducidos es esencial para la comprensión y el entendimiento entre las partes contratantes.