Juan E. Segura Aguiló nació en Palma de Mallorca hace 56 años y estudió Derecho confiado en la diversidad de salidas profesionales de esta carrera. Al terminarla, se decantó por el ejercicio libre de la profesión y fue entonces cuando realmente encontró su vocación y sintió, con la práctica y el ejercicio de la labor de abogado, que estaba aprendiendo en qué consistía el Derecho, más y mejor que durante su época universitaria.
Juan realizó un año de prácticas tras finalizar la carrera con 22 años y después alquiló un despacho con dos compañeros para ejercer por su cuenta. Tras cambiar de despacho dos veces, en el último ya lleva más de 20 años. Ha habido algunos cambios entre los abogados asociados. Cada uno maneja sus propios clientes y gestiona sus propias especialidades aunque comenten y compartan opiniones para solucionar de la mejor manera las necesidades de sus defendidos y representados.
La especialidad de Juan es el Derecho Laboral y de la Seguridad Social, así como algunos asuntos de Derecho Civil. El núcleo de su actuación es ante los Juzgados y Tribunales de Palma de Mallorca, acudiendo de manera puntual a Madrid o a otros partidos judiciales. Pertenece a esa categoría hoy llamada “abogados procesalistas”, que son los que más tiempo pasan en los juzgados aunque también ejerce labores de asesoría y se reúne con los clientes.
Lo que me motiva a seguir trabajando es la satisfacción de poder ayudar a resolver problemas, y siempre que sea posible, evitando ir al Juzgado. Siempre intentando el acuerdo. Es mejor un buen acuerdo que un buen pleito.
No obstante, no son la mayoría los clientes que piensan así. Muchos tienen una visión de la justicia idealizada que les impide entender que el acuerdo es más conveniente. Incluso los más recelosos, piensan que si propones un acuerdo te estás vendiendo al contrario y desconfían de cualquier consejo.
Esta situación deriva de una falta de cultura en el ámbito de las soluciones extrajudiciales.
Hoy en día, ha crecido de forma muy importante el número de reclamaciones, demandas y denuncias sin que la Administración de Justicia pueda ir resolviendo todo ese volumen de casos en plazos razonables.
Por ello, es importante insistir en buscar vías alternativas a la judicial. La mediación es un ejemplo de ello.
Con la mediación, no hay un tercero que adopta una decisión para resolver un conflicto, sino que son las partes, con el acompañamiento del mediador, las que deben obtener una solución.
Si ello se consigue, la relación entre las partes no sufrirá el deterioro ni el coste emocional que supone un juicio y una sentencia, en el que uno gana y el otro pierde. Asimismo, el coste económico de la mediación es menor y las partes, además, verán aumentada su capacidad de empatía, de razonamiento, de tolerancia o comprensión, que incluso les permitirá ser mejores como personas. Lo cual ya supone éxito.
Actualmente y por los años que llevo, cuento con unas instalaciones y medios suficientes para trabajar. El despacho dispone de una dependencia para cada Abogado, sala de juntas y de espera y de la maquinaria propia de una oficina.
Sin embargo, hoy muchos abogados pueden trabajar con un portátil y una buena conexión de internet, instalando su despacho en salas de coworking o visitando a los clientes. Hoy la tecnología ya lo permite.
Yo he procurado estos últimos años estar al día en materia de nuevas tecnologías con cursos, jornadas y masters sobre la cuestión. Hoy hay que tener página web y estar presente en las redes sociales. Aunque no son muchos los abogados de mi generación que piensan así; al menos no lo ponen en práctica. Hay que mantener el contacto con los abogados jóvenes para conocer lo que ahora se está moviendo y aprender todo aquello que nos pueda servir para nuestra profesión.
El futuro ya está aquí y es necesario al menos conocer lo fundamental, ya que se avecinan cambios importantes que van a exigir una capacidad para adaptarse a las situaciones nuevas que están por venir y que desconocemos.
Para contactar con el despacho tanto el teléfono como el correo electrónico es la forma habitual de concertar cita.
Mi recorrido profesional no ha tenido muchas incidencias, puesto que siempre me he dedicado al ejercicio libre de la profesión en un despacho situado en mi ciudad. Ello tiene sus desventajas (desconocer experiencias en otros lugares) y sus ventajas (mayor fidelización de los clientes).
Tal vez lo más destacable sea la decisión de especializarme en Derecho Laboral, especialidad que no tenía cuando empecé a ejercer.
Las decisiones sobre la especialidad, si se carece de contactos que aseguren una clientela, normalmente se adoptan en función de las demandas de los clientes. Este fue mi caso.
Hay especialidades, como el Derecho Penal, que por la repercusión mediática que suponen, tienen más atractivo para muchos abogados, que otras. El ámbito laboral y especialmente la Seguridad Social no causa especial interés para muchos, que lo ven un mundo complejo que está sujeto a múltiples cambios. Sin embargo, para mí, después de años estudiándola me parece de interés.
Por tanto, seguramente habrá una mayor competencia entre penalistas que entre laboralistas, aunque ello no deja de ser un impresión personal.
Hace poco, un compañero mío escribió un post sobre la profesión con el que estoy totalmente de acuerdo. La conclusión era que para ejercer esta profesión lo más importante, sin olvidar nunca la formación, es ser una buena persona. Tiene toda la razón, aunque hoy no parece estar de moda.
Juan E. Segura Aguiló lleva más de treinta años luchando por defender el mejor derecho de sus clientes, tanto fuera como dentro de los tribunales. Nos ha explicado que la mediación es, en muchas ocasiones, la mejor manera de resolver un conflicto y evitar una confrontación en el foro judicial. Su visión vocacional de la abogacía junto con los principios y valores éticos en su ejercicio, impregna su labor y garantiza la mejor representación a sus clientes.