Enrique Albuerne Álvarez, florista en Gijón, nació en Avilés en 1967 y tras trabajar durante 27 años en hostelería y 17 de estos como metre y responsable de bodas, un buen día pensó que ya era hora de hacer lo que le apasionaba de verdad y fundó Floristería Albuerne. Su motivación tras esos años preparando el día más especial de los novios fue seguir trabajando en ello poniendo a las parejas en el centro de la actividad, con precios más justos y vendiendo solo lo necesario, no productos sin necesidad o cobrando el triple solo por decir «nos casamos».
Enrique considera que con la palabra boda es como si las cabezas de muchas personas que se dedican al tema de las bodas se volvieran locas, los costes se disparan y él no busca eso sino darles a los novios lo justo y lo necesario pero sin pagar barbaridades.
En el 2010 empezó la búsqueda de un bajo en una zona que fuera buena y al encontrarlo, Enrique lo acondicionó en solitario. El 11 de febrero del 2010 a las 7 de la tarde inauguró su floristería para la familia y amigos a puerta cerrada y nadie creía que en plena crisis pudiera salir adelante. Sin embargo, durante 6 años estuvo trabajando solo desde las 9 de la mañana a las 8 de la tarde ininterrumpidamente. El segundo año empezó a decorar bodas y comuniones y a elaborar sus primeros ramos de novia.
Su especialidad son las bodas, las cuales le apasionan. Enrique disfruta creando y haciendo que los sueños de sus clientes novias se hagan realidad. Para él no tiene precio ver las caras de felicidad cuando se termina la ceremonia y van a verle y le abrazan y él puede notar que están llenos de felicidad: ese es su premio.
Los comienzos decorando bodas fueron maravillosos. Yo les decía a las parejas, después de visitar el lugar donde se celebraba la boda, lo que a mí me gustaría hacer y siempre tenido la suerte de que captaron lo que les explicaba y siempre me dejaron crear sin dudar en mí. Poco a poco fui creciendo en la floristería y en el mundo de las novias.
Las parejas que vienen a mi floristería saben, y si no lo saben se lo explico yo, que las bodas que acepto son porque después de explicar lo que creo que es lo mejor para ellos, les veo cara de felicidad y tenemos conexión, pues yo solo hago una boda al día y estoy con mis novias desde el minuto uno hasta que se van a comer o cenar.
Después de esos primeros 6 años trabajado en solitario, mi marido se quedó sin trabajo y nadie le daba empleo y tomamos una decisión: se tenía que reciclar y empezó a hacer cursos de formación para el día a día en una floristería. Después de un año formándose y por las tardes trabajando codo con codo conmigo, fue cogiendo experiencia y haciendo las cosas muy bien y la gente le empezó a coger cariño. Nos costó; bueno a él más, que se adaptara a mi forma de trabajar y a que los trabajos si nos gustan a nosotros al cliente le gustarán también, pero poco a poco lo conseguimos.
Y a los 6 años, a 300 metros nos ofrecieron un bajo mucho más grande y con dos pisos. A mí se me iluminó la cabeza y pensé que era momento de crecer y fuimos preparando el bajo. Esta vez un equipo de decoración se hizo cargo. Yo les dije todo lo que yo tenía en mi cabeza después de un viaje a Nueva York, donde vimos una floristería de unos amigos y yo me enamoré. Les dije que algún día yo haría algo como lo que estaba viendo allí en Nueva York pero en Asturias y cuando salió este bajo lo llevamos a cabo.
Ahora tenemos una de las mejores floristerías que hay en Gijón, está mal que yo lo diga pero la gente es lo que nos dice y creo que es cierto. Nos llegan a decir que es una floristería con mucho glamour para un barrio, pero yo no me cambiaría de sitio ni loco. Mi esposo Carlos y yo estamos muy orgullosos de haber creado una floristería así en el barrio de la Calzada, un barrio que nos acogió con los brazos abiertos y nos demuestran día a día que nos quieren.
Lo que más me apasiona son las bodas, mi forma de crear un ramo de novia es obteniendo información de la novia.
En las bodas yo trabajo solo no me gusta delegar ni explicar lo que tengo en mi cabeza, por eso lo empiezo y lo termino yo y creo que el éxito de Floristeria Albuerne es el cariño con el que hago mi trabajo y cómo cuido todos los detalles de mis niñas para que tengan el día que tanto soñaron sin ningún fallo.
Lo primero que hago es pedir unas fotografías del vestido de novia, me gusta saber cómo va peinada, si llevará velo o no y qué colores le gustan. Una vez tenga toda la información les enseño modelos y creaciones que voy fotografiando y viendo los gustos de la cliente yo le digo más o menos lo que yo veo para ella y ese día pensando en ella y con mis 5 sentidos puestos en esa mujer creo un ramo.
He de decir que en 10 años nunca he tenido una queja; siempre logro que mis clientes ese día se emocionen y eso es lo que te dice que vas bien.
Del equipo que forma Floristería Albuerne los dos somos imprescindibles: Carlos para llevar a cabo el trabajo de la floristería y yo para crear ramos de novia, pues soy el único que trabaja las bodas y el que crea los ramos de novia, lo más especial.
En cuanto a lo que no puede faltar para poder crear un ramo de novia es la buena conexión con la novia y hablar mucho con ella para tener la máxima información posible sobre su boda, su vestido, etc.
Con toda la información, crear un ramo de novia para esa niña es fácil. La prueba de fuego es ese día si llegas a su casa, hotel o donde esté, le entregas su ramo de novia y se emociona si eso pasa durante 10 años piensas y te dices “vas bien, sigue así”.
Las flores más populares para ramos de novia son las peonías en temporada, las rosas en diferentes texturas y colores, estilber, verdes africanos, calas, tulipanes.
Cada año hay unas tendencias y según esas tendencias salen más unas cosas u otras, pero yo no me guió mucho por tendencias sino por los gustos de mis novias y lo que yo veo mejor para ellas.
Yo adaptó los ramos de novia al vestido de novia elegido. Después de ver el vestido en fotografía, toca hablar con la novia de gustos colores y estilo. Yo empiezo hablar con ella y le voy diciendo lo que yo veo para ella. Es algo que me sale solo, no puedo explicarlo, solo puedo decir que después de explicar lo que yo veo para ella su cara es de emoción y eso sin que llegue a ver el ramo.
Cuando llega el día y les entrego el ramo, tengo la grandísima suerte de que a las niñas en estos 10 años siempre he conseguido emocionarlas y que sea un día perfecto.
Enrique Albuerne Álvarez es un apasionado de las flores y las bodas. Ambas pasiones las concilia con su especialidad como elaborador de ramos de novia, pero su arte floral lo extiende a muchos otros ámbitos y a decoraciones de muchos otros eventos de diversos tipos. Su particular instinto para saber lo que más puede emocionar a una novia y transmitir sus sentimientos es muy apreciado por sus clientes a lo largo de los diez años de trayectoria de la Floristería Albuerne.