Siempre nos han dicho que el trabajo ideal posiblemente sea en un puesto fijo, ganando un sueldo considerable y así nuestros problemas se resolverán. Al menos, los financieros. Pero gracias a que muchas personas deciden arriesgar y dar un paso más allá, las aficiones pueden convertirse en un trabajo que puedes realizar felizmente, pero no sin dedicar todo tu tiempo y esfuerzo. Si estarías dispuesto a ello y necesitas un poco de inspiración, lee esta entrevista que presentamos a continuación.
Hablamos con Sergio Vega Vázquez, natural de Asturias de 59 años y fotógrafo profesional. Actualmente es el propietario de su empresa junto con su mujer. Sergio estudió la carrera de Maestro Industrial y ha trabajado para grandes empresas pero sentía que debía seguir su instinto y hacer algo que le llenara de verdad. Hoy en día se dedica a lo que en un momento fue una afición, la fotografía.
Después de abandonar un trabajo fijo y bien remunerado, empezó con 23 años un duro camino de talleres, cursos y congresos que junto con su aprendizaje autodidacta le ha llevado a conseguir el título de Maestro fotógrafo instructor que otorga la federación española de la fotografía y la imagen (FEPFI). También ha presidido la asociación de fotógrafos de Asturias durante 16 años y la federación española de fotógrafos durante 3 años. Nos cuenta que conocer a grandes fotógrafos de toda España, Europa, México y Estados Unidos le enriqueció enormemente.
Una boda es una reunión de gente que se une para celebrar que dos personas van a formar una familia. Es la formación de un núcleo social. Desde ese punto de vista el fotógrafo debe poner el ojo en contar con imágenes ese evento. Tienes que desprenderte de tus prejuicios y dejarte llevar por lo que está ocurriendo, teniendo en cuenta que estas reteniendo en la memoria un momento muy importante para esas personas. El ojo del fotógrafo tiene que estar atento a todas las emociones que van surgiendo, incluso anticiparse antes de que ocurran. Dicho ojo debe tener oficio para estar siempre en el sitio adecuado.
Trabajo con cámara full frame y con objetivos fijos de 35, 50 y 80. En estudio utilizo casi siempre el de 80, porque es un objetivo que comprime muy poco la perspectiva y me permite hacer retratos sin invadir el espacio vital del modelo.
Depende de la iglesia, pero considero que el mejor sitio es el que mejor pase desapercibido. Generalmente me sitúo del lado de la novia, ya que por contraste y composición tengo mejores ángulos.
El blanco y negro permite exprimir al máximo la esencia del retrato, la expresión de la persona, el interior. Hay una ley que dice que todo lo que no aporta a una fotografía sobra, en el blanco y negro al prescindir del color tenemos que centrarnos mucho más en la composición y sobre todo en la comunicación entre la persona a fotografiar y el fotógrafo, en la esencia.
En cuanto a la pose, hay dos formas de afrontar un retrato: una es el robado, que es cuando el/la modelo no son conscientes de que están siendo retratados. Esta se utiliza mucho en el reportaje; y otra, cuando sí son conscientes.
En esta última también hay dos variables, una cuando el fotógrafo manipula o dirige a la persona a retratar, con lo que se produce un resultado poco creíble y otra cuando el fotógrafo se pone delante de la persona y dialoga con ella, buscando expresiones, analizando el rostro, la luz, y acciona el obturador justo en el momento que el/la modelo ofrece su complicidad con la cámara. En este retrato se busca más lo personal que lo estético y los grandes fotógrafos de retrato se diferencian porque sus retratos hablan de lo que hay detrás, de la persona y de sus vivencias.
Lo hemos comprobado: se puede cambiar de vida y en ocasiones también se puede vivir de los sueños. Las aficiones pueden convertirse en tu día a día y, lo mejor de todo, cobrar por ello. Pero ojo, nadie dijo que fuera fácil. Como podemos imaginar, seguro que a Sergio Vega le ha costado su esfuerzo, su tiempo y sus ganas y creo que puede servir como ejemplo de motivación si quieres iniciarte en la fotografía familiar en Gjíon.