En el sector de la arquitectura, hay una gran variedad. Cada arquitecto, tiene una manera diferente de realizar su trabajo, y los materiales con los que juegan son muy diversos. En el caso de la persona que vamos a entrevistar, la tierra, el barro, la cuarcita y las tejas viejas, entre otros, juegan un papel indispensable en sus obras.
Hoy hablamos con Manuel Monroy. Es arquitecto desde 1989.Al terminar bachillerato tuvo que elegir qué estudiar y a que dedicarse profesionalmente, y la arquitectura le resultaba muy atractivo. Estudió arquitectura en la Etsam, rama urbanismo, pero volvió más tarde por libre a profundizar en cálculo de estructuras.
Trabaja sólo, normalmente con alguna ayuda puntual del aparejador con el que hace equipo, aunque prácticamente siempre, ha ejercido de forma liberal. Sus proyectos destacan por ser únicos y especiales. Da a sus obras un aspecto muy característico y son dignas de admirar.
En bachillerato, me gustaba dibujar, las matemáticas y la física. Pensé que la arquitectura era una carrera donde podría desarrollar más esas inclinaciones. Luego, la carrera me fue descubriendo sus posibilidades y su capacidad de gustar y emocionar.
Primero escucho y me documento. Datos de la parcela, entorno, normativa, topografía, vistas, orientación de la calle de acceso, y me paro a escuchar las ideas y necesidades del cliente, y el presupuesto disponible. Desde ese mismo instante, ya estoy imaginando mentalmente posibles soluciones. Suelo hacer unos bocetos topológicos a mano, esto aquí, esto otro allí etc. Luego, viene el paso a escala, con un programa de cad. En ocasiones, levantarlo a 3d y manejar equipo de realidad virtual.
Tener en cuenta el sol, de cara a una arquitectura bioclimática, las vistas, la topografía, los materiales que quiera emplear, cómo se presentará la casa desde la entrada a la parcela. Luego tener un presupuesto límite con el que contar, y una idea precisa y realista del coste unitario de construcción. De ahí, obtenemos la envergadura del proyecto. Contar con imágenes o espacios que se les hagan atractivos, y tratar de conformar un proyecto que combine todo ello.
Es un proceso complejo y creativo donde el sol, las orientaciones, las vistas y la topografía condicionan la solución.Yo, procuro orientar el estar-comedor, y cocina al sur, abriéndose al jardín y a las vistas a través de amplios ventanales, rodeados de porches que dan sombra, y protegen las fachadas de las inclemencias. Uso materiales naturales en el exterior, con amplios porches, un estilo rústico actualizado y no recargado. Por dentro, arquitectura moderna, de paredes blanqueadas que tenga interés espacial.
La arquitectura rústica suele ser bastante llamativa, sobre todo para la gente que vive en ciudades y están acostumbrados a ver edificios, muchos de ellos bastante simples. Si además el exterior rústico, se combina con un interior moderno, la mezcla resulta espectacular. Son edificios muy funcionales, y son perfectas viviendas para todo tipo de personas. Visualmente muy atractivas, y que hacen las delicias de todos aquellos a los que les apasiona el mundo rural y que quieren aportar un pedacito de él a su hogar. Para ello, existen arquitectos especializados en este tipo de viviendas, y lo mejor es dejarse asesorar a la hora de decidirse por una de ellas.
Pasa saber más pulse aquí