La compra de una vivienda es una de las decisiones más importantes en la vida de una persona, e implica muchas cuestiones no solo de tipo financiero, a veces, el no haber acertado a la hora de elegir la constructora adecuada, nos va a traer quebraderos de cabeza para demostrar que lo pactado, en cuanto a calidades en la construcción, no se ha cumplido. Y es en este momento en el que los peritos técnicos se convierten en fundamentales.
Conversamos con Sergio Moreno Cobedo, un arquitecto de Madrid de 57 años, con 34 años de experiencia profesional y uno de los responsables de la empresa Pirámide Ingeniería, que da un servicio global dentro de los campos de la Arquitectura, la Ingeniería y la Construcción.
Nos comenta que su empresa nació en 2011 cuando junto con varios compañeros perdió su trabajo como consecuencia de la crisis. Observaron que sus conocimientos tenían un gran valor en un campo tan complicado como el pericial, en el que la experiencia es trascendental. Y el mercado validó su propuesta dándoles la oportunidad de iniciarse en ese campo, con numerosos encargos en poco tiempo.
El término que define a un perito en inglés es la palabra «expert». En ella reside una buena parte del concepto que alumbra nuestro desempeño y por el que se nos contrata. Esto sucede cuando existen controversias y litigios entre las partes que intervienen al contratar un trabajo. En nuestro caso, cuando un propietario contrata una obra o compra una vivienda que manifiesta desperfectos y el promotor, el contratista, el arquitecto o el aparejador que se han contratado y son responsables de su buena ejecución, no aceptan efectuar los arreglos correspondientes.
En esos casos, si no hay un acuerdo para resolver los problemas de forma pacífica, se procede con las correspondientes demandas judiciales, que requieren de la intervención de los peritos, ya que los abogados y los jueces son completos desconocedores de esas materias y requieren de la opinión de otros que sí sean expertos, para que puedan arrojar luz sobre los problemas planteados. Así, cada una de las partes de la demanda tienen el derecho de elegir y contratar a un perito que explique, en un informe, los problemas planteados, las soluciones, los responsables y la valoración de los daños. Y ello, sin faltar a la veracidad de los hechos y con obligación de ser lo más objetivos posible en su desempeño. Son los llamados «peritos de parte» y como es lógico, pueden no coincidir en sus análisis, dada la complejidad de las materias a tratar, las distintas perspectivas de cada problema, su mayor o menor experiencia profesional, etc. Cuando las interpretaciones de estos peritos resultan discordantes, es potestad de cualquiera de las partes intervinientes, o bien del propio juez, solicitar la intervención de un perito judicial, cuya opinión y criterio suele ser trascendentales a la hora de influir en el criterio de los jueces. Es fácil entender, que tratándose de expertos, la experiencia profesional es transcendental en el desempeño cotidiano de los peritos. Como también lo es la capacidad de comunicación y síntesis que deben alumbrar la redacción y explicación de los informes, dado que los que deben juzgar requieren de conceptos muy bien estudiados y razonables, pero explicados de forma clara y sencilla.
Nuestras herramientas de trabajo, son cualquiera de las que nos facilita la tecnología actual; programas de dibujo, de análisis de costos, cálculo, de estudios energéticos, escritura, análisis normativo, etc. Y hay muchos y muy buenos, en el mercado. Pero todo ello requiere también de disponer de bibliografía e información académica de muy amplio espectro, que nos permita documentar los problemas que estamos estudiando con la mayor solvencia. Por eso, en nuestro quehacer, es imprescindible estar siempre estudiando y reciclando conocimientos, sin los cuáles, podríamos realizar interpretaciones incorrectas de las patologías en estudio. Y por último, hay que mencionar la herramienta más potente de la que disponemos, que es nuestra materia gris, verdadero ordenador que nos permite racionalizar y poner orden a todo el maremágnum de datos que se manejan al redactar un informe pericial, y que es lo que, verdaderamente, distingue a un profesional de los demás.
Obedece a la necesidad planteada por nuestra sociedad de aprovechar los recursos de los que disponemos de la forma más sostenible y razonable, para evitar consumos de energía innecesarios. En este sentido, los materiales de construcción, en una buena medida, pueden ser reducidos, reciclados o reutilizados, como tantas otras cosas de nuestra vida cotidiana, reduciendo así costes de producción y, en último término, evitando la contaminación que producen muchos materiales en la naturaleza. Hay que indicar que, en Europa, el 40 % de los residuos que se generan provienen la construcción. Por ello, las normativas europeas, y ahora ya también las españolas, obligan a que los proyectos de construcción incorporen un estudio que encamine los residuos de forma racional hacia estos objetivos.
Es el estudio que se realiza sobre un inmueble para cuantificar sus consumos en cuanto a la producción de calor y frío necesarios para su confort interior. Y estos parámetros dependen de cómo y con qué técnicas y materiales están construidos los edificios. Por ello, cuánto mejor está construido, menos se escapa el calor y menos entra el frío en invierno y a la inversa en verano. Y por tanto, tener una buena calificación significa que el inmueble está bien construido y tiene más valor que cuando la calificación es baja, que indica que está mal construido y se deprecia. Es por tanto una herramienta que diferencia los inmuebles bien construidos de los malos y, además, nos dice si se pierde energía inútilmente. Esto nos permite tomar medidas y tiene una importancia clara cuando se vende o alquila el inmueble. El precio del certificado depende del tamaño y la tipología del inmueble. Cuanto más grande, más cuesta. El precio en España es aproximadamente la tercera parte, o menos, que en cualquier otro país de Europa, porque al ser obligatorio, se acogió como una tabla de salvación para muchos profesionales sin trabajo y arrastró a una desmesurada competencia, llevando al mercado a un nivel de precios con los que no se cubren los costos mínimos para hacer un trabajo digno, que no suele bajar de 5 horas, ya que en muchos casos se están haciendo a 50-60 € y, con muchísima frecuencia, por debajo de 100 €. Por lo tanto, entendemos que debería pagarse por un certificado, una cifra en torno a 250-300 €, que cubre los gastos necesarios de un profesional de alta cualificación, del que depende que nuestros inmuebles tengan la calificación de «Cómprelo, es un buen piso» o bien de «No se le ocurra comprarlo, en esta casa se van a pelar de frío», con todo lo que ello conlleva en cuanto al precio y la capacidad de venta o alquiler.
Tanto en la adquisición como en la venta de una vivienda, debemos contar con el certificado de eficiencia energética que, con su calificación, puede tanto aportar como restar valor al inmueble. Y este es solo uno de los múltiples asuntos en los que el perito de construcción debe prestar su opinión especializada, por lo que resulta claro que es una profesión valorada y con futuro.