El salmantino nacido en 1985 Pablo Andrés Martín creció en Madrid y hoy día reside en Alcalá de Henares (Madrid), donde dirige su empresa Icaras 3D. Ya mientras estudiaba arquitectura se dio cuenta de que le interesaba especialmente la representación de espacios, por lo que fue orientándose a ese ámbito profesional durante la licenciatura y cuando trabajaba sus primeros años junto a otros arquitectos. Su empresa nace en el 2012 en un centro de coworking y tras unos duros inicios sin clientes y sin apenas contactos, ha logrado hacerse un hueco relevante en el sector.
Icaras trabaja para empresas de diversos perfiles y Pablo es docente del área de técnicas 3D en grado y postgrado en el centro Universitario U-Tad. Es autónomo pero cuenta con colaboradores, otros autónomos y pequeñas empresas para algunos proyectos de más envergadura o que requieren conocimientos muy especializados en sectores como programación, fotografía, diseño gráfico, etc. Mediante estas colaboraciones ha podido trabajar con clientes de renombre nacional como IFEMA, el Colegio de Arquitectos de Madrid o en exposiciones de Realidad Virtual en ferias de arte.
Pablo y su empresa están especializados en la representación visual mediante 3D o Realidad Virtual de espacios arquitectónicos que aún no existen, principalmente para promotoras, estudios de interiorismo o arquitectura que necesitan ver de forma fidedigna cómo será su proyecto una vez construido, ya sea para mostrar a sus clientes o para comenzar procesos de venta. Atienden a la necesidad de las empresas de mostrar sus proyectos de forma clara y sencilla mediante el lenguaje universal de las imágenes. Este sector innova y crece a gran velocidad e incluso ofrece servicios a otros sectores a través de la infoarquitectura, como el marketing, el diseño de videojuegos, el cine y un largo etcétera.
Pasar de la información más técnica y fría a una imagen que no solo representa unas ideas de forma realista y sincera, sino que puede mostrar formas de vivir y de plantearse los detalles.
Por lo demás, no hay una razón mucho más profunda para dedicarme al sector del 3D: me gusta mucho lo que hago, disfruto con mi trabajo y los clientes acaban satisfechos, así que con eso basta.
Partimos de la base de que el software es mucho menos relevante que los conocimientos de las personas que se ponen a los mandos. Por mucha potencia que tengan los ordenadores y los programas de 3D actuales, si no sabemos como controlar las composiciones o las luces, o no conocemos el lenguaje fotográfico, no vamos a llegar muy lejos.
Dicho esto, nuestro software encaja en una línea de trabajo bastante concreta y extensa pero necesaria. Nuestro software principal es 3DS Max Design, con el que desarrollamos el grueso del trabajo. Seguimos usando CAD para la lectura de planos y diversas partes del modelado 3D sin entrar a detalle. Para renderizar, desde hace un par de años uso casi en exclusiva Corona Renderer, que es excelente. Anteriormente usaba V-Ray y para casos concretos utilizo Arnold, ahora que viene de base con 3DS Max. Para la parte de postproducción, Photoshop sigue siendo el más fiable actualmente.
Para animaciones, aparte de los ya nombrados, Adobe After Effects para el montaje y postpro. Para diseño de cartelería, etc, InDesign. En general, la suite de Adobe me va muy bien. Para Realidad Virtual utilizo Unreal Engine, ya que la potencia visual exigida en este campo es muy alta. Aparte de todos estos hay muchos más para situaciones concretas, pero si sigo nombrándolos voy a acabar aburriendo a cualquiera. Pero reitero; hay profesionales excelentes trabajando tanto en este software como en otros diferentes y al final, importa poco.
Todo este software va siempre integrado en un PC de alta gama con un procesador (para el renderizado) y una tarjeta gráfica (para RV) muy potentes, por encima de lo que se suele encontrar en el mercado, así que o lo montamos por nuestra cuenta o tenemos que acudir a tiendas especializadas. Aparte de eso, la verdad es que poco más. Mucho espacio de almacenamiento, eso sí.
Depende de cada caso, ya que cada tipo de cliente tiene unas necesidades concretas. Con los clientes que más trabajamos es con promotoras inmobiliarias. En estos casos, en su gran mayoría lo que necesitan son imágenes que muestren claramente la arquitectura y los espacios interiores de forma atractiva para poder comenzar los procesos de venta antes de la construcción de la promoción. Está demostrado que las posibilidades de realizar con éxito una venta de viviendas sin estar aún construidas, es decir sobre plano, son mucho mayores si se tienen imágenes de los espacios. Los planos también son necesarios pero no son suficiente, ni de lejos, para diferenciarse de la competencia.
En el caso de estudios de arquitectura o de interiorismo, el objetivo suele ser enseñar el proyecto final al cliente para su aprobación. El día a día es muy similar, al final se trata de representar fielmente espacios proyectados por otras personas. El problema a solucionar es que la documentación generada por los profesionales en la fase de diseño no suele ser suficiente para que la persona interesada, que no tiene por qué tener ninguna formación técnica, entienda de forma precisa y correcta el proyecto. Las imágenes aquí ayudan mucho y se ha vuelto un estándar, aunque por regla general no se necesita un nivel tan alto de fotorrealismo como en el caso de las promotoras, que actualmente exigen un nivel muy alto.
Una cuestión especial respecto a este tipo de trabajos ocurre con el interiorismo. Normalmente (casi siempre, de hecho) tenemos cierta libertad creativa a la hora de detallar, amueblar y componer las estancias a mostrar, dentro de unos parámetros fijados por el cliente más o menos concretos. Sin embargo, en el caso de proyectos de decoración o diseño de interiores, se requiere una precisión muy elevada en la representación de mobiliario, colores y composiciones, que no siempre es fácil y que requiere de grandes conocimientos en la materia.
Por último, quería hacer un pequeño apunte sobre el realismo de las imágenes. Actualmente, tanto por el avance en los equipos, como debido a la especialización de los profesionales, cada vez se exigen representaciones más fidedignas e incluso, en algunos casos, que no se puedan distinguir de una fotografía (ayuda el hecho de que muchos catálogos de muebles, incluyendo el de IKEA, estén realizados principalmente con 3D), lo cual exige una dedicación exclusiva a este sector y hace que sea complicado compaginarlo con otras fases de proyecto de arquitectura.
Como es usual, lo primero es la toma de contacto con el cliente para saber qué es lo que necesita mostrar de su proyecto y a quién. Esto segundo es muy importante y muchas veces se omite o no se tiene en cuenta. No es lo mismo realizar una imagen para venta generalizada, para enseñar a una persona concreta o para eventos como la feria inmobiliaria SIMA, o si se va a imprimir o no. Con eso, establecemos las condiciones de trabajo y los plazos.
La primera fase es la de modelado y selección de los puntos de vista. Entregamos a los clientes una primera versión de las imágenes sin detallar pero completas para que nos confirmen si hemos representado bien la arquitectura y si las composiciones, materiales e iluminación son de su gusto. Con el feedback del cliente recibido, comenzamos la segunda fase, que es la de corrección (si es el caso) y detalle. Con las imágenes terminadas o prácticamente terminadas, volvemos a mandarlas para las correcciones oportunas, esta vez atendiendo a cosas más concretas como el mobiliario escogido, detalles o colores.
Con las indicaciones pertinentes, pasamos a la tercera y última fase donde corregimos las imágenes y enviamos las finales listas para el objetivo indicado. Normalmente es un proceso muy liviano para ambas partes que funciona muy bien y muy directo, que nos permite a nosotros trabajar rápido y de forma precisa, mientras el cliente ve los avances de forma gradual y puede formar parte en la toma de decisiones artísticas, si lo necesita. Así, ambas partes vamos siempre seguros y con confianza.
Eso sí, este proceso es el usado cuando lo que se requiere son imágenes 3D. En el caso de animaciones 3D o realidad virtual, estos procesos son algo más complejos, ya que llevan una parte de guión, programación, interactividades, tomas de cámara y postproducción más largos, dependiendo del caso.
Por otro lado, nosotros trabajamos casi siempre sobre proyectos finales, ya que el resultado que damos es muy realista. Hay casos donde un estudio necesita alguien que vaya haciendo 3D más conceptuales durante el desarrollo de un proyecto, con muchos cambios y añadidos. En esos casos, aunque los hacemos sin mayor problema, siempre aconsejamos tener a alguien dentro de la propia empresa, ya que estos procesos de trabajo son complicados de cuantificar.
Mediante la renderización y los diseños de modelado 3D y realidad virtual, Icaras provee a sus clientes de un lenguaje universal: las imágenes, animadas o no. De este modo, cualquier persona sin conocimientos de arquitectura, dibujo técnico o interiorismo, puede manifestar sus preferencias, sus gustos, opinar sobre lo que ve y transmitir sus ideas a los profesionales. Esto mejora las opciones de venta y la posibilidad de establecer un mejor vínculo profesional con el cliente final, el usuario que habitará el espacio imaginado que Icaras permite que veamos como si crearan una ventana al futuro.