Tito Valeriana, de 58 años y nacido en Ronda (Málaga), ejerce como fotógrafo en Granada. Debido a su interés desde joven en el mundo de la imagen y en especial en la fotografía, comenzó en la fotografía química y recuerda la emoción del cuarto oscuro mientras la imagen se desvelaba con lentitud ante su asombro. Tras trabajar en la telecomunicación, el paso a la fotografía digital fue orgánico y nada traumático, lo que le llevó a decidir su paso definitivo a la fotografía profesional.
Tras haberse dedicado al diseño gráfico y al diseño editorial, se formó como fotógrafo de manera autodidacta. A partir del 2008 comenzó a dedicarse a la fotografía social y de retrato a nivel profesional. Aunque trabaja en solitario, afirma que siempre es necesario colaborar con otros profesionales, como videógrafos/as, diseñadores/as, maquilladores/as etc.
Tito se dedica sobre todo a la fotografía de eventos y social, pero su gran pasión es el retrato. En este último se establece una relación emocional con el modelo que es mucho más gratificante que, por ejemplo, fotografiar un producto. Tito disfruta más trabajando con personas, comunicándose con ellas y buscando la expresión que las identifique más adecuadamente. Aunque no se llama a engaños: sabe que la gente lo que busca es salir “guapa” y a eso dedica su esfuerzo, la mayor parte del tiempo.
Lo que más me motiva de mi trabajo es ver cómo, al enseñar las fotografías, los clientes se emocionan al verse y por eso qué mejor escenario que una boda. Es un evento lleno de sentimientos y alegrías; es muy gratificante ser partícipe de ello.
Cualquiera que tenga las características técnicas necesarias para poder centrarme sólo en la composición, en la expresiones de los modelos, las miradas, etc. Actualmente utilizo cámaras sin espejo (mirrorless) por su menor peso y tamaño y por lo expuesto anteriormente.
La iluminación, la vestimenta, la escenografía, etc. son factores que influyen positivamente en el poder atractivo de una imagen. Pero en una boda todos estos factores son muy cambiantes e inesperados y te tienes que adecuar a ellos, ya sea utilizando iluminación propia o buscando los encuadres y momentos adecuados. Lo más importante es que los novios estén relajados y que vivan emocionalmente el momento.
La fotografía de boda es un campo que abarca muchas situaciones y estilos. Con el tiempo he sabido adaptarme a cada paso y escena que ocurre en un día de boda.
Por ejemplo, en la ceremonia soy más fotoperiodista, en los retratos a la novia cuando es, posiblemente, el día más importante de su vida, la ilumino de la forma más adecuada y busco la expresión más favorecedora, digamos que sería algo más de retrato tradicional. Lo que sí evito es ajustarme a modas pasajeras.
La fotografía de Tito Valeriana busca proporcionar a sus clientes una colección de imágenes que nunca puedan olvidar y que, a su vez, les transporten a aquellos momentos en los que fueron tomadas. Por ello, Tito busca la captura de las sensaciones, los sentimientos y las emociones más destacadas, tanto las evidentes como aquellas que quedan más soterradas. Esta es su labor como fotógrafo que ve más allá: la de buscar y encontrar esas cuestiones sutiles que son invisibles para los ojos menos expertos pero que los protagonistas de las fotografías reconocen bien en cuanto se ven en ellas.