“Manuel Herrero, madrileño de 41 años, recuerda que desde niño tuvo el instinto de poner las manos sobre una zona dolorida. Fue durante la adolescencia cuando descubrió las terapias manuales y al escoger carrera conoció, por casualidad, a un médico osteópata. Este encuentro le ayudó a tener clara su vocación profesional. Esto le llevó a ”
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