Ana María Ruiz Rivas, de 42 años y natural de Granada, es Psicóloga General Sanitaria, Miembro Ordinario de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud del COP y Miembro Ordinario de la Sección de Psicología Jurídica del COP (Colegio Oficial de Psicólogos). Está colegiada desde el 2011 y actualmente tiene su despacho en Granada, en La Caleta.
Son un equipo formado por Marta Menéndez (psicóloga forense), Sheila Jerónimo (psicóloga experta en gestión emocional, en prácticas), Andrés Sánchez (experto en dietética y nutrición) y la propia Ana María, experta en terapia de pareja y familiar y realización de informes de idoneidad parental. En este último año ha pasado de estar sola en su despacho con algún práctico, a ser los que son hoy día.
Ha querido ampliar los servicios en ARPA con el nuevo Servicio de Dietética y Nutrición pediátrica, deportiva y geriátrica, ya que tiene una gran importancia la nutrición en la gestión del estrés. Los pacientes que acuden a ella pensaban hacerlo tiempo antes y se han decidido a ello. Explica que, en terapia de pareja, frecuentemente, vienen demasiado tarde.
Pero, si todavía hay posibilidades, se les evalúa y se les dan pautas para comenzar a corregir los problemas en la relación. Cuando se trata de personas que están sufriendo psicológicamente y vienen por su propia voluntad, comprometiéndose a realizar el trabajo que se les pide y volver a consulta para seguir el proceso, consiguen ayudarles en un 80% de los casos.
Los problemas psicológicos que más ven son dependencia emocional, pensamientos intrusivos, problemas de concentración, de sueño, alteraciones en la alimentación, estado de ánimo deprimido, excitación nerviosa, insomnio, problemas de adaptación, estrés, problemas de relación con otras personas, intolerancia a la incertidumbre, traumas, etc.
Ana María es una persona que siente satisfacción ayudando a otros a gestionar y mejorar sus vidas. Lo que le motiva cada día es que haya una persona que quiera su ayuda. Se compromete con cada persona y sus clientes se comprometen con ella a acudir a su despacho y seguir trabajando. Pero lo que le hace ser de este modo es creer que el ser humano puede cambiar si lo desea, en su desarrollo personal y adquirir la paz, y que la felicidad es algo alcanzable para las personas que así lo desean y, conscientemente, trabajan para conseguirlo.
Ana María ve cada jornada cómo personas lo consiguen y sienten ellas mismas esa satisfacción también de haberlo hecho. Son personas que provocan en los demás paz y bienestar a su vez. Para ella, esta es una manera de hacer que el mundo sea un poco mejor.
Es muy importante consultar con un profesional si en la relación empieza a haber discusiones constantemente y desacuerdos. Esto ocurre en ocasiones, ya desde el principio, y pueden detectarse de forma temprana hábitos insanos y conductas que, cambiándolas, mejoran la relación notablemente.
Frecuentemente, las parejas vienen cuando ya no hay remedio, y es muy difícil cambiar esas formas de pensamiento y de conducta, por lo que orientamos el trabajo para una separación lo más racional posible y menos dolorosa, trabajando los traumas que puedan tenerse a nivel individual.
La terapia familiar viene a reforzar aquellas conductas y creencias en la familia que permiten el crecimiento personal y a cambiar aquellas conductas y creencias que bloquean este crecimiento. Las sesiones de terapia familiar pueden realizarse de diversas maneras y en formatos diferentes.
Por ejemplo, puede llevarse a cabo la sesión con todos los miembros de la familia, o pueden realizarse distintas sesiones con los miembros de la misma, hasta configurar sesiones grupales con todos los miembros de la misma familia.
Es frecuente ver avances desde la primera sesión, aunque, a veces, es necesaria la intervención a lo largo de 4 o 5 sesiones. Si alguno de los miembros de la familia no sigue las indicaciones del terapeuta, la terapia puede verse comprometida y llegar al punto de que no pueda continuarse. Por este motivo, las intervenciones familiares, a menudo, se continúan de forma parcial con algunos miembros de la familia, cambiando los objetivos terapéuticos y adaptando las acciones a realizar.
Cuando se realiza una terapia individual es más fácil poner metas y trabajarlas. Por su parte, cuando vienen los dos miembros de la pareja, siempre hay que tener un especial cuidado con la interacción que sucede en la consulta y puede ser difícil de llevar si, durante la sesión, ambos no se dejan hablar y se interrumpen.
Cuando ya se ha trabajado previamente de forma individual, es más fácil realizar sesiones con los dos miembros de la pareja y que sean más satisfactorias para ambos, ya que ya habrán aprendido a relajarse de forma individual y a gestionar algunas emociones y pensamientos intrusivos.