Juan López tiene 45 años y nació en Madrid. Su empresa es Delaware Language School, academia especializada en la enseñanza de inglés. Tras tres años empleado como profesor en una muy buena academia en Leganés, decidió montar su propio negocio junto con quien por entonces era su novia.
Ambos eran muy jóvenes, pero Juan cree que tuvieron la suerte de haber trabajado en aquella academia porque tenía una línea de trabajo muy seria que les dio muchas ideas que les han dado muy buen resultado. El nombre de la academia es el de un estado de los Estados Unidos en el que el entrevistado trabajó 3 veranos.
Desde el principio, allá por el año 2000, se han centrado en aquello que conocen perfectamente, la enseñanza del inglés. Para los creadores de la academia, es muy importante saber lo que se está haciendo en todo momento por parte de sus profesores.
Como decía más arriba, tuvimos la suerte de trabajar en otro centro con una línea que nos convencía bastante. Estoy seguro de que si hubiésemos tenido una experiencia distinta, en una «típica academia de barrio», no habríamos aprendido todo lo que aprendimos, y no nos habríamos distinguido de nuestra competencia.
Con respecto al chino mandarín, es un idioma que no tenemos por ahora intención de impartir. Si el inglés, una lengua europea a la cual estamos expuestos a diario, nos puede llevar varios años llegar a dominar, el chino mandarín multiplica ese tiempo fácilmente por 5. Los alumnos basan su motivación en el reconocimiento de su progreso, y para esto es fundamental ver resultados a corto plazo. Con el inglés, tenemos la ventaja de que nos sirve como «lengua franca» para comunicarnos con alemanes, franceses, italianos o rusos. Por las características del chino y sus variedades dialectales en la práctica, creo que nunca se convertirá en una lengua internacional. Pienso que se cumplirá antes el que los chinos aprendan inglés que el resto del mundo aprenda chino, al menos a corto plazo.
Desde mi punto de vista, los recursos humanos. Desde el principio nos hemos mantenido firmes en una idea: el mejor profesor no se distingue por haber nacido en un sitio u otro, sino por tener vocación y pasión por la enseñanza. Nuestros resultados son en realidad los resultados de nuestros alumnos, y para ello es fundamental crear una dinámica de cooperación de equipo para que cada profesor no sienta que se tiene que buscar la vida por su cuenta. Es muy importante que el profesor se encuentre motivado y le vea un sentido y una dirección a su trabajo. Para ello también es muy importante la innovación en metodología, en la que tienen un papel muy relevante las nuevas tecnologías. En cuestión de recursos para el aula y coordinación de trabajo, no tienen nada que ver nuestras clases en la academia en el año 2019 con respecto a cuando empezamos en el año 2000.
Para conseguir resultados en el aprendizaje, ya no de una lengua, sino de cualquier otra destreza, son fundamentales 1) que el alumno tenga la motivación adecuada, 2) que el profesor sepa cuáles son los objetivos y 3) que sepa llegar a ellos con los recursos que pone a su disposición la academia.
En las clases particulares los objetivos se pueden personalizar: el profesor se puede centrar en las necesidades del alumno, ya sea entender y producir mails, preparar una entrevista de trabajo, realizar una presentación, o saber llevar una conversación por teléfono. Pero tampoco podemos limitarnos a esos objetivos tan específicos. Las clases particulares presentan también la ventaja de adaptarse al ritmo del alumno. La atención del profesor es íntegra para él, y por eso pueden cundir mucho más que las clases en grupo. Además, el alumno va a interactuar siempre con el profesor y no con otro alumno, con lo que la exposición a un modelo del que aprender mucho va a ser constante.
El tiempo dependerá fundamentalmente del punto de partida. Hoy en día es raro el alumno que venga a nuestro centro con un nivel inferior al A2 (pre-intermedio). Es fundamental que el alumno se mentalice de que el trabajo en el aula debe ir acompañado por un trabajo fuera de ella. En la actualidad disponemos de muchísimos más medios para seguir expuestos al inglés de una manera amena si lo comparamos con cuando yo era un estudiante. Creo que la primera vez que oí a una persona nativa hablar en inglés sería en un hotel con 14 años, y me sonó todo a chino.
A una persona con dificultades para las lenguas extranjeras le recomendaría que reflexionase sobre su aprendizaje. Estoy seguro de que cada semana puede echar la vista atrás y darse cuenta de que en ese corto espacio de tiempo ha aprendido algo, ha conseguido hacer cosas con el inglés que no sabía una semana antes. Creo que el ser consciente de nuestro progreso es clave para aumentar nuestra motivación. Estoy convencido de que si todos somos capaces de hablar nuestra lengua materna, también lo seremos de poder aprender un segundo idioma.
En todos estos años de experiencia como profesor, he detectado uno de los problemas principales de aquellos alumnos con mayor dificultad para aprender es el partir de una mentalidad negativa y pensar “no me voy a enterar de nada”, “voy a sonar ridículo intentando hablar en inglés”. A este perfil de alumno le diría que el objetivo siempre va a ser comunicarse en una lengua, y que a la otra persona con la que esté hablando le va a interesar más entendernos que evaluar nuestro nivel de inglés. No hace falta hablar un inglés perfecto para conseguir lo que necesitemos.
Desde niño, Juan López fue talentoso en el aprendizaje de la lengua inglesa. Con los años, siendo práctico, decidió que tenía mucho sentido y estudiar para ser profesor. Así pudo aunar algo que le gustaba, se le daba bien y con una salida profesional viable.