Laura Arroyo, fotógrafa profesional en Barcelona, es una valenciana que desde pequeña ha vivido con una cámara cerca. Cuando hizo la Primera Comunión le regalaron su primera cámara y ya con 14 años hizo el reportaje de Comunión para su prima.
Estudió sanidad y trabajaba en un hospital en el servicio de reanimación. En esa temporada en la que la empatía jugaba un papel muy importante, aprendió a valorar más el tiempo y la compañía de nuestros seres queridos. Tiene 37 años y desde hace unos años se dedica a la fotografía de boda y familia. Además, hace un año dio un paso más creando Hola Fotomatón, un servicio de fotomatón para bodas y eventos.
En el año 2010, Laura se mudó a Barcelona y mientras buscaba trabajo, estudiaba oposiciones de Sanidad. No fue una etapa fácil pero la fotografía seguía en su vida y le ayudaba a distraerse en su tiempo libre. Iba haciendo cursos y a la vez aprendiendo de manera autodidacta. La pasión por la fotografía fue a más. Hasta que llegó un día que dio el paso y se dio de alta en el mundo empresarial como autónoma.
Trabaja sola pero tiene dos compañeros que le acompañan, para vídeo y segunda fotógrafa si es necesario. A fecha de hoy, también ofrece la posibilidad de contratar un Fotomatón para bodas y eventos en toda Barcelona y el resto de Cataluña. La fotografía de boda es su actividad principal y sigue formándose continuamente. Otro tipo de fotografía que realiza con frecuencia son los reportajes de familia y embarazo.
La fotografía era para mi un entretenimiento. Realizaba sesiones a mis amigos y familiares. Ellos empezaron a animarme diciéndome que podía ganarme un dinero extra haciendo fotos. Cuando me dí de alta como autónoma, comencé con sesiones de familia y de embarazo.
Un día me apunté a un workshop sobre fotografía de bodas que duraba un fin de semana y salí muy motivada. A los 6 meses realicé mi primera boda y a partir de entonces tuve claro que seguiría esforzándome para crecer en esta profesión. Me hace muy feliz inmortalizar momentos bonitos de nuestras vidas y sacar unas sonrisas a las personas a través de mis imágenes.
Mi estilo es espontáneo, fresco y natural. Evito los posados siempre y diría que mis reportajes son un 90% de espontaneidad. Me encanta congelar abrazos, miradas, sonrisas, madres y padres emocionados… Una boda está llena de emociones y es difícil quedarse con un momento solo.
Me encanta que los novios y sus familiares puedan revivir luego este gran día con las imágenes y, sobre todo, que descubran también momentos que ese día no vieron.
Utilizo cámaras réflex con objetivos fijos, pero también llevo en la maleta una cámara sin espejo que da buenos resultados y me gusta utilizarla porque es más ligera.
Si bien no hay un número definido de fotos, puesto que priorizo la calidad sobre la cantidad, las parejas que contratan el reportaje de boda tendrán un mínimo de 800 fotografías.
Todas ellas son entregadas en una bella caja de madera, con copias en papel y un pendrive totalmente personalizado con mucho mimo para la ocasión. Si contratan un álbum en papel, son los propios clientes los que eligen las fotografías.
Sobre retocar la piel en las imágenes, es algo que normalmente no hago.
Para reservar una fecha solicitamos la entrega del 50% y firmamos un contrato con la pareja. A veces sucede que viven lejos y no pueden venir esa misma semana, motivo por el que damos la opción de bloquear el día de su boda mediante transferencia de 200 euros y se fija una fecha para la firma de contrato y cierre del 50% .
Y en el caso de las parejas que no viven en España, se les envía el contrato a través del correo electrónico y realizan la transferencia del 50%. Igualmente, somos flexibles y no tenemos problema en adaptar la forma de pago si la pareja lo necesita.
El estilo visual que Laura Arroyo imprime a sus reportajes fotográficos huye de lo previsible y de la falta de espontaneidad. Por el contrario, el ojo bien entrenado de Laura hace que su cámara captura esos momentos más auténticos, aquellos en los que los protagonistas retratados se reconocen sin filtros ni retoques. Esta frescura y autenticidad hace que estas fotografías pasen a ser un tesoro familiar compartido por todos aquellos que estuvieron presentes en los momentos capturados y quienes se incorporen a la familia en el futuro.