Candela Elías es natural de Málaga, donde se licenció en Bellas Artes, para después trasladarse a Barcelona y adquirir gran experiencia. En la ciudad condal asentó una cartera de clientes y desde 2015 está afincada en Navarra, donde tiene su estudio cecdesign.es desde donde ofrece servicios a cualquier punto de España.
Su trabajo se centra en el análisis, diseño y comunicación y está orientado a productos digitales. Ofrece sus servicios basándose en tres pilares: usabilidad y experiencia del usuario, diseño visual y branding. Como apoyo, Candela cuenta con una red de contactos profesionales (desarrolladores, SEO, expertos en marketing…) para poder dar cobertura a otras áreas.
Además de realizar trabajos para particulares suele colaborar con agencias de marketing online, bien por proyectos o como consultora. Nos indica que la mayor demanda siguen siendo las páginas web, pero también está aumentando el interés por las aplicaciones móviles.
Candela siempre ha tenido claro que quería dedicarse a la creatividad, no está hecha para realizar tareas como una autómata. Nos cuenta que el trabajo de diseñadora es muy estimulante y, que al trabajar para casi cualquier sector se aprende de muchísimos temas, lo que es muy enriquecedor.
Pese a que ningún proyecto es igual a otro, hay fases que se repiten. Antes que nada hay que hacer una labor de investigación: tener muy claro cuál es el producto, a quién va dirigido y el alcance que va a tener y definir bien cuáles son las necesidades para poder hacer un planteamiento realista.
En más de una ocasión los clientes llegan con una idea que han visto o que les han sugerido, y al analizarla un poco más a fondo detectas que no es lo que más les conviene.
Hay que tener mucho cuidado en cómo transmitírselo, no hay que ofender al cliente y tampoco quitarle la ilusión. Tampoco se puede llegar a la reunión de manos vacías, hay que buscar y ofrecerle soluciones alternativas viables que puedan satisfacerle. Considero muy importante esta labor de asesoramiento. Asentir a todo por miedo a llevar la contraria puede repercutir negativamente en el desarrollo, en los costes de producción… y al éxito del propio proyecto.
Una vez están claros los objetivos se plantea cómo llevarlos a cabo (en el caso de una web, por ejemplo, realizo un esquema con la estructura de los contenidos, la distribución de los apartados, cómo va a ser la interacción, la navegación…) acompañados de propuestas de diseño, esquemas o prototipos, según el caso.
Finalmente, y dependiendo del cliente y del proyecto, mi función puede terminar aquí, entregando todo el material a su equipo de desarrollo o bien continuar como supervisora hasta que se implementa. En otros casos, generalmente si el encargo viene de un cliente particular, contrato a los perfiles necesarios y me encargo de la dirección del proyecto hasta que se da por concluido.
Cada proyecto es un mundo aparte, no hay un precio medio, depende de la complejidad, de la tecnología que se emplee o el grado de personalización que se solicite. Intento que el precio sea lo más adecuado a cada proyecto y además soy muy flexible a la hora de realizar los presupuestos: por proyecto, por fases, o por horas.
Diseño el tipo de web que cada cliente necesite. Siempre trato de adaptarme a sus requisitos y eso incluye la tecnología, si cuentan con equipo de desarrollo, qué uso y mantenimiento le van a dar a la web una vez publicada, y qué presupuesto tienen, claro, porque eso al final también es determinante.
Hay que encontrar el equilibrio entre lo que el cliente desea, lo que sus usuarios esperan de la web y los recursos de que se disponen. Lo que siempre busco es que sean, además de atractivas, intuitivas y fáciles de navegar.