Amada Blasco Vallés, de 48 años, vive en el campo en la provincia de Cádiz, rodeada de pinos y cerca del mar. Actualmente trabaja sola, aunque casi siempre desarrolla proyectos en colaboración con otras entidades, administraciones y/o equipos de trabajo. También cuenta con una buena red de profesionales de diferentes ámbitos a los que deriva personas en algunas ocasiones, incluso intervienen de manera conjunta cada uno desde su ámbito, ya que a Amada le gusta crear redes de trabajo. Cuando vivía en Madrid, Amada estuvo dentro de los primeros movimientos cooperativistas de profesionales del ámbito psico-social. Al mudarse al sur tomó un camino más solitario, aunque nunca ha dejado de colaborar y de participar en proyectos con otros colectivos y/o empresas.
A Amada le gusta definir su trabajo como "procesos de acompañamiento" a la gente para poner en orden las dificultades a nivel bio-psico-social que tienen, contemplando el sufrimiento y desarrollando sus habilidades para afrontar momentos difíciles, ayudándoles a crecer como personas sanas (entendiendo la salud de forma holística). Además de esto, parte de su trabajo se centra y quiere centrarse cada vez más en acompañar en el duelo a personas que han perdido a alguien y a personas que están pasando por enfermedades. Indica Amada que la mayoría de las personas que llegan a ella lo hacen con la sensación de no ser felices, de no saber por dónde continuar porque tienen la sensación de tropezar casi siempre de la misma forma, llegan personas tristes (en ocasiones diagnosticadas de ansiedad y depresión) pero que más allá de tratamientos con fármacos, no han recibido una atención. Llegan personas con miedo al cambio, a la muerte y con dificultades de amar y ser amados. Amada cree que las personas somos seres con una capacidad inherente a ser felices y que cuando conseguimos ponernos en ello podemos lograr formas de estar en el mundo bellas, íntegras y armoniosas con nosotras mismas, con el entorno y con las demás personas, creando así un mundo más habitable y solidario. Considera que casi todos los tránsitos vitales nos afectan a la mayoría de los humanos y generar una sensación de Humanidad compartida le lleva a pensar en otros mundos posibles. Para ello, Amada afirma que es importante que trabajemos sobre nosotros mismos, que podamos atender nuestra individualidad y ponerla a disposición de los demás.
¿Qué consejos me darías para superar problemas de ansiedad y depresión?
Creo que los consejos no sirven, pues cada proceso es personal y hay que atenderlo desde su individualidad y, al mismo tiempo, desde su globalidad (contexto social, cultural, familiar de esa persona). La psicología humanista atiende a las personas desde su integralidad.
Este tipo de psicología tiene en cuenta múltiples variables y pone el foco en las ganas de sanar, de mejorar, de salir del lugar en el que se está. Pero, si tuviera que empezar con algo, en primer lugar le invitaría al paciente que sintiera la tierra bajo sus pies y respirara con conciencia, sintiendo el aire entrar y salir por su nariz, conectando con la expansión y con la sensación de soltar que nos regala la exhalación.
¿Cuál es la metodología de trabajo que empleáis para tratar a pacientes con problemas de ansiedad y depresión?
Trabajo desde un enfoque holístico, me gusta ser ecléctica, pues, como he dicho antes, cada persona somos un mundo, un pequeño, misterioso y maravilloso mundo. Uso la psicología humanista, la psicología contemplativa, la meditación, la conciencia corporal y la somática. Cuando trabajo con grupos, la danza, el movimiento expresivo...
¿Por qué creéis es importante acudir con vuestros psicólogos especialistas en ansiedad y depresión?
Creo que, para lidiar mejor con la ansiedad y la depresión y para superarlas, es importante contar con personas que escuchan al paciente sin juicio y que pueden servir de espejo para que dicho paciente vea cosas que sola o solo no podemos ver, no queremos ver y que nos hacen infelices.
La mirada del otro, en la mayoría de las ocasiones (cuando hay voluntad y no hay intereses por medio), ayuda a que las personas reconozcan y conecten con sus propias capacidades de sanación innata y aprovechen sus recursos internos para lograr el bienestar y desplegar su potencial. En eso consiste el proceso y la mayoría de las veces no se puede hacer en soledad.