Pedro Álvarez, de 47 años y natural de las islas Canarias, es un apasionado de la fotografía desde siempre. A los diez años comenzó a investigar con una cámara Rolleiflex 35 de su abuelo fallecido y su inocente curiosidad se convirtió en interés, estudio y conocimiento por el arte de la fotografía. Después de tantos años disfrutando de la afición como fotógrafo, esta se convirtió en una profesión que adora (con el tiempo supo que su abuelo también se dedicó a la fotografía social, algo curioso teniendo en cuenta que nunca llegó a conocerlo). En 2007 asistió a la boda de una amiga en Canadá y realizó fotos del evento, de la novia, de su familia, en el baile, todo sin entrometerse en el trabajo del fotógrafo que habían contratado, sin disparar ni una sola vez en la iglesia. A su regreso, y después de enviarle todas las imágenes que tenía de su boda, su amiga le envió un mail diciéndole que se replanteara muy seriamente su forma de vida, ya que había puesto más imágenes tomadas por Pedro en su álbum de boda, que del fotógrafo al que había contratado. A partir de ahí, Pedro empezó a formarse en la especialidad de bodas, cosa que aún sigue haciendo, con la mayor de las ilusiones. Normalmente trabaja en solitario en todos los eventos que realiza.
Hace ya unos siete años que compagina el trabajo de fotógrafo con el de formar a otros fotógrafos, impartiendo cursos allá donde lo necesiten otros compañeros o incluso haciéndolo on-line. Su especialización son las bodas, aunque realiza todos los trabajos que engloban la fotografía social. Explica Pedro que muchas parejas que se casan, terminan contratando otros servicios a lo largo de su vida. Como ellos mismos le dicen, quieren tenerle en los momentos más importantes de su vida. Lo más que suelen demandar sus clientes a la hora de contratar los servicios de Pedro es seguir retratando en la medida de lo posible un evento sin intervenir en casi todo el día. Que sus imágenes sean frescas y naturales. A Pedro le motiva disfrutar de uno de los días más bonitos de una pareja, en los que comparte con sus seres más queridos la ratificación de su amor incondicional. Explica que la energía que se mueve en esos momentos hacen que se levante con ilusión y pasión para conseguir capturar el instante perfecto con la mejor luz posible.
¿Además de bodas qué otro tipo de servicios ofrecéis como fotógrafo profesional?
Suelo realizar diferentes tipos de sesiones. En mi web tienen una muestra muy amplia de esto. Por ejemplo, sesiones de familia, sesiones de mascotas, sesiones de maternidad, comuniones, fiestas de navidad, sesiones individuales. Además de sesiones de pareja, postbodas… todo lo que se te pueda pasar por la cabeza, ahí estaré yo para retratarlo.
¿Cuál es el coste promedio del servicio de fotógrafo de bodas? ¿Cómo se realiza el pago? ¿De cuanto es el anticipo?
La inversión por evento varía según dónde se realice la boda, los desplazamientos, las estancias, el tiempo invertido, etc. Estudio cada caso de forma independiente para que la pareja tenga el mejor servicio. En cuanto al pago, siempre hay una entrega a cuenta del 40%; un mes antes de la boda, otro 40% y antes de entregar el trabajo finalizado, el 20% restante.
¿Qué es lo que más os gusta de las bodas? ¿Cuáles creéis son los valores profesionales que os distinguen en el mercado?
Lo que más me ha gustado de este trabajo de fotógrafo de ceremonias nupciales es el hecho de poder compartir tiempo, espacio y sentimientos con personas tan diferentes en un día tan especial. Además de los viajes que pueden venir implícitos en estas bodas, fotografiando en lugares muy dispares.
En cuanto a los valores profesionales que me diferencian, creo que radican en la pasión por lo que hago y el resultado final entregado, en un espacio de tiempo muy reducido. Normalmente, los clientes suelen tener su reportaje de boda preparado cuando han llegado del viaje de novios y esto es algo que les encanta.