Que, además de ser especialista en la materia, tenga ánimo conciliador. Por lo general, las herencias, cuando se ha de acudir a un abogado, son conflictivas, y se trata de una cuestión que engloba muchos sentimientos, no se debe olvidar que el cliente ha perdido a uno o varios seres queridos. Por estas pérdidas, el duelo del cliente puede ser más o menos prolongado en el tiempo. Si a ello le añadimos el conflicto con familiares, el sufrimiento es aún mayor. Muchas veces ha de lidiar con cuestiones personales dolorosas que el abogado debe entender, pero, a su vez, saber dejar a un lado en aras de aplicar el derecho y poder llegar a un entendimiento lo más satisfactorio posible para todos los implicados. Pues, si además de lo doloroso de la cuestión, el cliente se ha de enfrentar a la familia en acciones judiciales, es más traumático, máxime cuando se trata de procedimientos que, por su regulación, se suelen eternizar en los juzgados durante años, haciendo más complicado el poder superar ese duelo, pasando facturas personales y emocionales a las familias. Además, tampoco se debe olvidar que cada heredero tiene a su vez su propia familia, que también se ve afectada por la cuestión hereditaria (hijos, tíos, primos, etc.).