El bilbaíno Pedro Muñoz lleva enseñando música unos 25 años, primero en su ciudad natal y luego en Valencia, ciudad en la que reside desde el 2002 y en la que encontró una potente vida musical. Pedro siempre se sintió atraído por la música, su magia y los efectos relajantes que tenía sobre él. Además, siempre ha tenido en gran consideración la figura de los maestros y de aquellos que transmiten el conocimiento, por lo que enseñar música ha sido el resultado de ese amor por este arte y esa atracción por la enseñanza.
Tras formarse y trabajar como profesor de inglés y como traductor, compaginó dichos empleos con trabajos semiprofesionales como músico hasta que empezó a dar clases de guitarra en una escuela. Entonces decidió profesionalizarse en exclusiva como profesor de música.
En el espacio musical Mr.Jam, un lugar que combinaba escuela de música, estudio y escuela de grabación y locales de ensayo, y junto con otros dos profesores de guitarra, elaboró un programa de estudios de guitarra moderna que ha ido perfeccionando con el tiempo y gracias a la experiencia con sus alumnos. Actualmente tiene un pequeño estudio en su propia casa y solo imparte clases particulares.
Su área de especialización es el jazz, al que ha llegado tras un placentero periplo por el rock, el folk, el blues y todas sus mezclas, que han formado sus raíces, las cuales afloran cuando toca jazz. Ha procurado tocar en grupos que no tuvieran nada que ver con el jazz y saber qué supone hacer esa música. Y solo algunos de sus alumnos estudian jazz, mientras que el resto escoge otros estilos.
Lo que más me gusta enseñar no son canciones concretas sino el conocimiento de la música que te permite hacer esas canciones o improvisar sobre ellas, eso que llaman armonía. No sé si esto resulta demasiado abstracto para un no músico pero no lo es; una vez plasmado en la guitarra es algo muy concreto que desvela lo que en un principio pudiera resultar misterioso y que te permite hacer conexiones y sacar conclusiones por tu cuenta. Es un viaje increíblemente fascinante que no se acaba nunca.
Dicho esto, a los principiantes totales les enseño a través de canciones concretas como “Hey, Joe”, que Jimi Hendrix hizo famosa, en versión fácil para los acordes mayores, o “Losing My Religion” de REM para los menores; eso sí, intento que, en la medida de lo posible, sepan cómo se ha construido lo que están haciendo.Y doy prioridad a las canciones que el alumno quiera aprender antes que al programa que estemos siguiendo, sea ese alumno del nivel que sea.
Me suelo quedar con la que haya estado practicando en ese momento. Aprovecho los huecos entre clases para estudiar, así que aquella que tenga entre las manos es con la que tiendo a dar la clase. También es cierto que habitualmente son las tres mismas: una Fender Telecaster Thinline, una Fender Stratocaster y una Gibson 335.
Si el alumno trabaja con guitarra acústica y no trae la suya, toca con la mía y yo utilizo la Gibson, una guitarra semihueca y voluminosa y, por lo tanto, con mucha resonancia aún sin enchufar. También tengo una guitarra eléctrica específica para los alumnos, de nuevo un modelo Telecaster Thinline, ensamblada por un luthier a partir de piezas de la casa Warmoth. Por supuesto, el alumno que quiere viene con su propia guitarra.
La facilidad o dificultad para un principiante total estriba en cómo de accesible resulta un instrumento a la hora de empezar a tocarlo, cómo de fácil resulta la producción de notas. En ese sentido el piano es agradecido porque basta dejar caer un dedo para que la tecla suene y el violín es endiablado, especialmente para quien lo escucha. Yo diría que, dentro de ese espectro de dificultad, la guitarra está en la zona media tirando a fácil.
Eso en lo concerniente al comienzo del aprendizaje. Si pensamos en un aprendizaje más avanzado y sin profundizar demasiado porque entonces no acabamos, encuentro una desventaja y una ventaja:
Recomiendo empezar con el tipo de guitarra más adecuado para el tipo de música que te apetezca hacer. Hay una cierta creencia entre alguna gente que todavía no sabe tocar de que la guitarra eléctrica es “para más adelante”, “para cuando sepa más”, y no es así en absoluto. A veces va ligada a esta otra idea de que conviene que el comienzo tenga un plus de dureza, que la guitarra no sea tan fácil de tocar, como si aprender con una guitarra que se deja tocar bien te fuera a perjudicar en el futuro.
Reserva tu capacidad de esfuerzo y superación para aquellos momentos del camino en que lo que es necesario practicar es menos grato, que los hay y sobre todo al principio y, sin hacer locuras y en la medida que tu bolsillo lo permita, ama la guitarra que tienes entre las manos.En resumen, fíjate en qué tipo de guitarra se está usando en la música que más te gusta, sea eléctrica, acústica o española, y ve a por una de esas.
Cuando vemos tocar a los grandes guitarristas siempre nos parece que tengan una relación especial con la guitarra, que en vez de tocarla se fusionen con ella y la acaricien. Incluso los guitarristas más excelsos fueron principiantes una vez. Todos necesitaron empezar a aprender cometiendo errores y siendo corregidos. Con Pedro Muñoz empezarás a conocer los secretos de la anatomía y el alma de la guitarra, la manera en la que reverenciarla para que te ofrezca los sonidos que buscas. Y tu perseverancia y determinación decidirán cuán lejos quieres llegar construyéndote como guitarrista gracias a la guía y las enseñanzas de Pedro Muñoz.