Rafael Dante, payaso, actor, productor y artista de circo en Madrid y toda España, pertenece a la Compañía de Teatro y Circo Chimichurri. Nació hace 40 años en Puerto Madryn, Patagonia Argentina. Junto con Marina Benites, creó la Compañía Chimichurri hace ya 20 años en el Parque del Retiro de Madrid. Llegaron a España con la intención de conseguir algún trabajo formal para vivir y continuar con sus estudios de Teatro. Sin papeles entonces, ni el trabajo aparecía, ni las escuelas de Teatro estaban a su alcance.
Pronto se vieron sin dinero y se fueron al Retiro a practicar un poquito de circo que habían aprendido anteriormente para conseguir unas pesetas y no se les dio mal. De inmediato comenzaron a vivir del circo y decidieron estudiar en La Escuela de Circo de Madrid, Carampa. Rafael Dante recuerda que separaban las monedas de cien pesetas para pagar aquellos primeros cursos.
Veinte años después, su amistad y relación laboral sigue siendo emocionante, divertida y la viven desde una gran admiración mutua. Hoy día, Marina vive en Barcelona, Dante vive en Madrid, pero celebran cada ocasión que se presenta para trabajar juntos aunque ambos trabajan también en muchos otros proyectos por separado.
La especialidad de Rafael Dante es el equilibrio sobre rulo, llamado internacionalmente como «rolla bolla». No era su pasión ni su deseo. En la Escuela de Circo era uno de los contenidos que debía aprobar. Le resultó sencillo al principio. Luego, incluso aburrido, lo que le llevó a buscar nuevas variantes a un aparato que al principio le parecía muy limitado y difícil de desarrollar. Así comenzó a surgir una especie de «estilo propio» y se le abrió un mundo enorme de juegos y habilidades. Despertó su interés y hoy día sigue aprendiendo sobre el rulo, para lo que debe mantenerse en forma y entrenar mucho.
Esta actividad le proporciona un dominio paulatino y propioceptivo del equilibrio que es lo más valioso y no caduca fácilmente con los años.
Comenzamos muy jóvenes y con aquellos cuerpos podíamos con todo. Jornadas de 8 horas entrenando en la escuela de lunes a viernes y fines de semana con actuaciones abundantes, muchos kilómetros, pocos descansos e incluso tiempo para ver espectáculos, ir a encuentros, congresos, festivales… como artistas, como público y también de fiesta con los innumerables grandes amigos que te da por todo el mundo esta profesión…
Veinte años después, la proyección evoluciona en otro sentido. Creo que nuestro punto fuerte es y debe ser el humor. Apuntar también a procesos artísticos con producciones más complejas y profesionales, apoyándonos más en la experiencia que en el estado físico.
Por otro lado, desde la Compañía Chimichurri, el lenguaje siempre intenta ser de fácil lectura y divertido. Nuestro interés, desde nuestra propia naturaleza y desde nuestra fuente de trabajo, es el humor para público familiar.
El rasgo más fuerte de los Chimichurri es la antigua amistad todopoderosa que nos une. Sin duda alguna, el motor esencial.
El cuerpo. La verdadera herramienta intermediaria para llegar al público, desde lo profundo de tu ser. El cuerpo de un artista de circo podría parecerse a cualquier otro. Pero ha pasado por exigencias y lesiones que sólo podrían compararse con los que conlleva la danza o los deportes al más alto nivel. «Cuidar el cuerpo» es algo muy razonable y fácil de decir.
Pero a veces tu propio trabajo impedirá que te cuides. Estarás montando un equipo de sonido cuando tendrías que estar precalentando. Estarás cargando una furgoneta cuando tendrías que estar estirando. Estarás comiendo una hamburguesa cuando deberías comer un arroz yamaní con verduras a la plancha. Estarás conduciendo cuando tendrías que estar durmiendo. Pero te levantarás por la mañana como todo el mundo.
Soy más exagerado que muchos de mis compañeros de profesión, pero llevo conmigo un neceser lleno de analgésicos, antinflamatorios, y todo tipo de cremas musculares. En el plano material, las necesidades básicas son muchas más y también complejas.
Como auto productores de nuestros espectáculos y de su respectiva inserción en un mercado laberíntico, cada eslabón de nuestra profesión es vital. Y descuidar cualquier aspecto pasa factura. Por ejemplo, hoy día mi carrera me está pidiendo que me ponga a estudiar idiomas, más que hacer cursos de clown.
Es necesario un buen ordenador y saber utilizarlo cada vez mejor. Un buen teléfono que responda a grandes exigencias todo el santo día. Un material de circo cuidado desde lo estético, desde su calidad y adaptado a cualquier medio de transporte. Un buen y costoso micrófono que me acompaña siempre y que si falla será reemplazado por uno aún mejor.
Una furgoneta… En el caso de los Chimichurri, ¡dos! El vehículo de un artista de circo no puede ser un coche cualquiera. Debe ser fiable, de gran calidad y prestaciones. Grande, mixto, polivalente. Si es posible, con rasgos de autocaravana. Capaz de aguantar 70.000 kilómetros al año y sin visitar demasiado al mecánico de confianza. Que pueda entrar al centro de Madrid y que quepa en un parking cerrado. A ser posible, que emita poco CO2. Es decir, necesito un vehículo para trabajar, que no me puedo permitir.
Mi maletín de maquillajes también está creciendo muchísimo estos años y va conmigo siempre. También requiere cuidado, cariño y tener dentro materiales de calidad muy específicos.
Los vestuarios también son herramientas muy personales e indispensables. Hechas y cuidadas con mucho amor. Los calzados que salen a escena o el que se utiliza para entrenar, también reúnen un sinfín de especificaciones y no se encuentran paseando por el barrio.
Las redes sociales: toda una formación con la que no contaba y que nos abre algunas puertas a cambio de muchas horas. Hoy día también, para nosotros, fundamentales.
Y por cerrar con algo de otra índole pero también determinante, tu aparato burocrático. Tu alta en los epígrafes «que más se asemejan». Tu capacidad de facturar en España, en Europa y fuera de ella. Un gestor que entienda al menos en parte tu profesión. Tu pasaporte. Tu IAE, tu AEAT, tu CDS, RSC, tu IRPF tu «IVA con» y tu IVA exento según la Ley 03 – 03 – 45 – 6…
Esa es una gran pregunta.
El circo hoy en día engloba muchas maneras diferentes e incluso opuestas de trabajar. Grandes familias de Artistas que hacemos cosas absolutamente diferentes. Desde el lenguaje, desde la ideología, desde la herencia cultural e incluso la tradición familiar… Alguien te dirá que en el circo no pueden faltar los animales.
Otros te diremos que en el circo no puede haber animales de ninguna manera. Hay también todo un gran género de circo donde el vestuario se asemeja a la ropa de uso habitual y donde no se utilizan maquillajes. A nosotros nos gusta un poco más ver a los personajes envueltos en una fantasía y para eso el vestuario y el maquillaje no pueden tener rasgos demasiado sociales. Vamos, ¡que me gustan bastante las lentejuelas!
La música. Hay quien te dirá que no puede faltar en un número de circo y los hay que hacen maravillas en silencio. Nosotros somos más de atacar a la vista y al oído del público a la vez. Si es posible, con música en vivo. Pero por lo general, enlatada.
Las medidas de seguridad más destacables no suelen venir con nosotras a escena. Se quedan en el sitio de entrenamiento. Colchonetas, arneses o compañeros o compañeras cuidando.
La medida de seguridad más importante es hacer en escena los trucos que no den margen a fallos lesivos. Es decir, con malabares, a veces hago trucos que pueden fallar. Pero con las acrobacias o los equilibrios hay que ser muy responsable y menos ambicioso en público.
Nuestros espectáculos son de pequeño formato, así que no desplegamos aparatos para la seguridad como los que sí se utilizan en números aéreos, por ejemplo.
Solemos trabajar contratados para plazas mayores de pueblos de toda España y para Festivales de Circo y Teatro de Calle de aquí y de muchos otros países. Por lo general en espacios abiertos, espacios urbanos, «callejeros».
Sabemos trabajar en sala, pero nuestros formatos no están pensados teatralmente a nivel de puesta de luces o escenografías complejas. Por lo general se nos contrata por cultura o festejos del sitio de turno. El público asiste sin pagar entradas. No solemos trabajar «a taquilla». Eso lo vivimos como una gran ventaja y nos suele poner a actuar frente a mucho público, lo cual es hermoso y más trascendental.
La alegría de la gente. El aplauso después de aquel truco difícil. Oír risas después de un chiste. Concederle al final de la función la foto que te pide justo ese niño que te llamaba tonto durante el espectáculo.
Llevar alegría también a quienes tienen su acceso restringido. El circo es una gran herramienta de transformación social y un buen bálsamo complementario para la gente que está inmersa en contextos extremos e injustos. Nuestra profesión siempre nos está dando oportunidades a través de asociaciones y ONG`s para hacer expediciones humanitarias a campos de refugiados, centros hospitalarios, zonas azotadas por la naturaleza, etc.
En general, nuestros compañeros de profesión y nosotros mismos intentamos subirnos cada tanto a un avión rumbo a las entrañas de las tonterías de la humanidad para tratar de curar un poco de sufrimiento. Eso es seguramente lo más bonito que puedes hacer como payaso o artista de circo.
En Chimichurri, Compañía de Teatro y Circo, Rafael Dante y Marina Benites quieren llevar la magia circense no solo a todos los rincones españoles e internacionales que cuenten con ellos dos para ofrecer un espectáculo; ambos artistas apuestan, sobre todo, por instalar una carpa de circo en la mente de sus espectadores, proyectando los sueños, juegos, ilusiones y fantasías que causan admiración a niños adultos, despiertan sonrisas y esculpen momentos inolvidables que nos reconcilian con lo mejor de la humanidad: el arte, la cultura, el espectáculo y la felicidad compartida.